Marisol ha alcanzado a crear su propio lenguaje apoyado en un decálogo de valores plásticos. La obra se vuelve prolífica a partir de 2007 porque ha crecido con una expresión muy identificable, para Marisol el movimiento existe pues se va a manifestar en nuestros pensamientos y sueños.
El movimiento obedece en este caso a la acción inmediata de ser, es la esencia para que exista la vida y la realidad efímera, que en este proceso y por su efecto nos induce al cambio, a la superación, a la armonía.
No tiene reglas formales para su composición y es por ello que su plástica nos parece espontánea y creativa.
El discurso pictórico se expande o contrae de acuerdo a los objetivos a plasmar de la autora, en ella la vista –esa cualidad mágica de la carne- no es sólo para acceder a actitudes inocentes o perversas en la obra sino también para mostrar un conocimiento y amor por la vida.